Viñeta Virtual 2

EL FANTASMA EN TASCA DE JUANCHO

A Mike Salguero, quien dedicó sus tesis al Fantasma

¿Cómo podría prever Lee Falk en 1936, cuando creó a ese extraño héroe de traje púrpura, que es adorado como un dios por una raza de pigmeos y vive en la jungla; que iba a calar tan hondo en el imaginario colectivo de los venezolanos?

Y es que todos nosotros, algunos más, otros menos; sabemos algo de la historia del DUENDE QUE CAMINA. El periódico El Nacional viene publicando sus aventuras en el suplemento dominical desde hace añales. Los más vejucos asistieron a su boda con Diana Palmer en 1977 tras el cortejo más largo de la historia, y al nacimiento de sus hijos gemelos, Kit y Eloísa en el 79.

Debo reconocer que cuando era un chamín, sentía profunda admiración por el Fantasma. Soñaba con solazarme con Diana Palmer en la playa de arenas de oro, o con conseguir un anillo como el de él, para dejar marcado de por vida a mis enemigos.

Los momentos que más adoraba era cuando el Fantasma tenía que ir por alguna razón a la ciudad. Cambiaba entonces sus spandex morados y su antifaz por unos ray ban de piloto, un impermeable y un sombrero, y por supuesto, no dejaba ni de vaina a su lobo ‘Diablo”, allí en la jungla, sino que se lo traía.

Por alguna razón (mientras más absurda mejor), el fantasma en la ciudad se detenía en algún bar mugriento para ordenar algo de beber. Siempre se repetía el mismo ciclo : No puedes pasar con ese perro, decía algún comensal escoñetado del barsucho y el fantasma, impasible: No es un perro, es un lobo. Acto seguido se dirigía a la barra y pedía un vaso de leche. Entonces algún otro comensal se ponía a echarle vaina por su preferencia por los lácteos y el fantasma comenzaba a estampar calaveritas con su anillo en los mentones.

¡Toda esta surreal secuencia era por mí celebrada al máximo. Es lo que más me gustaba del fantasma!.

Ocurrió que el viernes pasado estaba yo muy ladillado, entonces opté por ahogar mi hastío con alcohol. Como cosa rara, ninguno de los panas respondió los telefonazos así que hube de libar la caña solo. Fui a la nunca bien ponderada Tasca de juancho. No había un alma. Estábamos solos el peruano y yo en los minúsculos 7 metros cuadrados del local. Me puse entonces a pergeñar garabatos y versos en una servilleta mientras la solera helada enfriaba mi gaznate.

Y sonó el timbre y el peruano accionó la apertura eléctrica de la puerta y allí entró. Con sus ray ban verdes de piloto. Un sobretodo beige muy planchado y su sombrero borsalino. Como un metro noventa, fornido.

Inmediatamente comencé a husmear buscando al lobo, pero no había.

El clímax llegó cuando se acerco al peruano y le pidió: un vaso de leche con una voz como de plomo. El peruano me vio, yo le devolví la mirada preso del asombro y la alegría. Ante el mutismo del peruano hablé y le dije: No hay leche en el país, no se consigue en los supermercados.

Ni siquiera dirigió su rostro hacia dónde yo estaba. Se paró, caminó hacia la puerta y en el dintel de la misma nos ondeó adiós con la mano derecha.

Vámonos diablo, creí oír que decía al salir.

Puedo jurar que cuando ondeó la mano vi el anillo con la calavera.

SALUD!

Etiquetas: Mike es un fantasma